Ventanas Quebradas es un libro inédito que se desarrolla paralelamente junto a otros dos proyectos de libros: “Anuncio” y “Transmisión debajo de las piedras”, distinguiéndose de estos en el sentido de que no se postula como una unidad, como se intentan postular los otros. En su mayoría son textos breves y dispersos, publicados también en forma dispersa en distintas revistas nacionales y extranjeras. Al ser Ventanas Quebradas una recopilación de estos textos, el autor no lo trabajó como una obra total en sí (en el sentido que proponía Mallarmé), sin embargo, Ventanas Quebradas continúa retomando los tópicos habituales de los demás proyectos literarios, es decir, la oscilación entre lo erótico, lo fantasmal y lo onírico, tal como se ha venido desarrollando desde la publicación de mi primer libro Nudos Velados, en 2002. Ventanas Quebradas reúne, de esta manera, textos en su mayoría breves, que fueron trabajados con cierta independencia respecto de un proyecto de libro en particular, y que fueron escritos en su mayoría durante un periodo de repetidas crisis existenciales, y a partir también (como toda su escritura) de los habituales desplazamientos nocturnos del autor, por diversos barrios de la ciudad de Santiago, preferentemente las comunas más antiguas, más espectrales. Estos textos aluden, como bien indica el titulo que intenta darles un común denominador, a la condición quebradiza de la existencia en sí misma, y por extensión a la condición también quebradiza del amor y sombría de la naturaleza.

RV

 

 

Poemas

 

Después de ese día

Cambiaron la ubicación de las cosas
sabían demasiado de una música de tierra para el viaje enemigo
el aura del mar levantándose, dejando atrás nuestros terribles ejes
nuestra forma de mirarnos a los ojos, de mirar a las piedras.
Sabían demasiado bien como unirse, por eso recibieron el revés de las cosas
y se empezó gota por gota, nombre por nombre
mientras el mito se deshojaba a nuestros pies.
Sabían demasiado bien y no esperaron retratar a sus muertos
les bastó que el revés del mundo se levantara contra los árboles y las aguas
contra las cosas y las vidas, contra cualquier herida que no tuviese un arrojo de estrella.
Lo sabían demasiado bien apareando a las sílfides contaminadas, saldando algo con ellas
poniendo plumas quemadas dentro de las almohadas, reanudando las capturas
para que así llegaran y se ubicaran gota por gota, nombre por nombre
como antes cuando las cosas no limitaban con los hombres
sino que el tiempo limitaba con la piedra, limitaba con la luz
y piedra y sangre por igual buscaban legitimar el rayo
mientras la belleza ahuecaba los mares
y al final dios estaba esperándonos con un ramo de accidentes en las manos.

 

 

Como ellos

a Omar Cáceres

 

Inmediatas a la sangre están las presencias argolladas
Que nos hacen saber de cual lado de la luz estamos
Encaminémoslas aunque la sangre nos use como animales
Hacia aquellos vidrios trizados en la oscuridad
Donde deslizamos los pasos y damos con liquidas ruinas en las resistencias del sueño
Pasado cierto tiempo creímos cumplida nuestra sucesión
Pero muchas murallas empezaron a caer y siguen cayendo
Algunas murallas nos atacaban si oíamos al martillo conjugar las algas
De a dos nos atacaban, nos rodeaban por la espalda y el tronco
Las sentíamos venir de pronto, cortar el aire
Entre altos ácaros que cantaban una extinción en la niebla.
Para salvarnos huimos a esas casas a medio construir
Las presencias argolladas estancaron la tarde`
Y las aguas le siguieron el juego a la memoria.

 

 

Anochece

en memoria de Stella Díaz Varín

 

Nos tapamos el rostro con un escombro viudo
pero igual vemos el mar y el cielo: los mismos delirios enraizados
tampoco sabemos que hacer durante el día
salvo tocar la flauta para que se abra la matriz blasfema
donde tú estarás desaprobando ciertas sombras, ciertas llamas
o perfumándote para que los salvajes te conduzcan en medio de una tempestad de imanes
mira como en ninguna casa nos reciben, como nos cierran sus puertas
le temen a tu cabellera, porque tiene el designio de esos padres laberinticos
que no tuvieron piedad de la luz e hicieron un lecho sobre aberraciones de sal.
Vas engrandecida por cenizas lujosas, por armas de hielo que te rodean en círculos
hasta que ninguno de nosotros puede entrar, salvo que tú lo quieras
salvo que le hagas la señal a la copa y el cielo enrojezca
mientras aquí nos aferramos al polvo jactancioso, nos quedamos fuera de todo linaje
mientras la piel atrapa al día y una amenaza de cascara se cierne sobre el mundo.
Esos padres laberinticos te están vaciando los ojos, infringiendo lo conocido del agua
quedan escombros viudos al centro de la noche
donde tú estarás viendo a los pájaros alcanzar la angustia del fuego
mientras nosotros vemos que hombres y pájaros se han quedado para siempre en ello.
Te tapas el rostro con una roca cubierta de pelos y te despides
la misma que te hace odiarnos, la misma que altera las restauraciones
le otorgas a las lámparas la locura de los cadáveres, pero se la quitas sin decir nada
y resta nada más ver como son las alas
ahora que ningún abismo le falta a la luz.

 

 

Continuidad

Nació de un retrato de niebla
Olas inconfesables alumbraron esa voracidad.
Los fundamentos del día pasaron a la sangre
Las ciudades se quedaron blancas
Velaron las mitades de un mismo cuerpo en distintos ataúdes.

 

 

Febrero

Estallan los vidrios de la casa
Y el techo se cubre de palomas.

Después: sólo pálidos poderes.

 

 

Noviembre

Cuando regreses a besar la roca
Sabremos cual fue tu goce entre las plantas secas
Cual fue el rescate entre constelaciones y cenizas.

Por ahora el mismo flujo en el noviazgo de la espuma.

 

 

Recuerdo

a César Vallejo

 

Alguna vez te dije:
Los días no son días
Son escamas de algo desconocido.
En vano el ángel negro remece la madrugada
Y caen hormigas sobre las venas.
Nací con un arpón atravesado en la garganta
Cuando los nelumbios mezclaron sus llantos.
Me abandono mi padre antes del bautismo
Antes de las confusiones armadas de aguas
Que cambió por la sombra de mis manos.
Guarda un clima encarnizado para mi
Fui el obispo anestesiado
Que cayó en los charcos, rodeado de cangrejos.
Atrás quedare
No habrá profundidades.
Habrá nieblas que se adentraron
En el dolor de tu desnudez.