Breve repaso por la obra de Aki Kaurismäki por JP Gonzalez

El silencio es el grito más fuerte

Arthur Schopenhauer

“¿Por qué te gusta tanto el cine de Aki Kaurismäki?”, fue una de las preguntas hechas a Jim Jarmusch en una entrevista realizada por el diario inglés The Guardian en 1999. “Él es uno de mis cineastas favoritos. Amo sus filmes, amo la simplicidad que habita en ellos, amo la sequedad de su humor, amo su desesperanza. Es un director que utiliza las limitaciones para fortalecer su trabajo, eso es algo que he tratado de hacer yo mismo. Me conmueven muchísimo sus películas”.

La obra de Aki Kaurismäki, con la variedad de matices y símbolos que la conforman, lo convierte en uno de los directores más significativos del final del siglo XX. Contemporáneo de cineastas como Jim Jarmusch, Roy Andersson y Emir Kusturica, considerados, también, autores posmodernos, conforma junto con ellos una generación de realizadores profundamente preocupados por reconstruir el significado de los valores artísticos y narrativos del cine de los años ochentas y noventas.

La aparente simplicidad en los filmes de Kaurismäki, la rigurosidad compositiva de sus planos, su peculiar uso del color, sus bandas sonoras, la impresión irónica y melodramática en sus historias y sobre todo el silencio como fundamento expresivo, son algunas de sus características más poderosas. En este artículo me concentraré en presentar una breve descripción y comentario sobre las que considero son sus películas más importantes.

Crimen y Castigo (1983), adaptación de la novela de Fiódor Dostoyevski, es el primer largometraje de Kaurismäki. En una ciudad fría, Rahikainen (Markku Toikka), un carnicero pobre, asesina a un hombre rico y poderoso. La policía busca al asesino y da con Rahikainen, quien tiene que enfrentarse a ellos al mismo tiempo que sufre lidiando con la consecuencia moral de sus propias acciones.

En lugar de realizar una adaptación literal, Kaursimäki extrae los elementos esenciales de la novela y desarrolla una obra perpendicular a la original que se une conceptual y narrativamente en puntos cruciales: el brete moral que experimenta Rahikainen, sus motivos para perpetuar un asesinato, que si bien considera necesario, es el catalizador de su tormento, y la excesiva pasión con que se entrega a éste. Según Kaursimäki, al hacer esta película “estaba buscando asociar ‘elementos simples’: ‘el ascetismo, una producción estilo B Movie, la psicología de Dostoyevski, una cadena de eventos en una ciudad, en principio, anónima” (Von Bagh, 2006).

Adivinamos que la película sucede en Helsinki, en la segunda mitad del siglo XX. Pero en realidad, sucede en todas partes y en todas las épocas. Traducir la universalidad de las ideas de Dostoyevski es precisamente el logro más importante de Kaurismäki en este filme.

Hamlet Goes Bussines (1987) es una sátira genuina sobre los efectos destructivos de la industrialización en las sociedades modernas y sus consecuencias en el individuo. Basada en Hamlet de William Shakespeare, más que una adaptación es una reinterpretación de la pieza original. Ubicada en Helsinki en la década de los ochenta, la película narra la historia de Hamlet (Pirkka-Pekka Petelius), el hijo de un millonario que hereda la fortuna de su padre cuando éste muere por un supuesto infarto. Tal como sucede en la obra de Shakespeare, el padre de Hamlet se le aparece para revelarle que su hermano Claudius es quien lo ha matado, teniendo a su madre como cómplice. Hamlet entonces sufre un cataclismo existencial que lo encamina a la locura.

Lo brillante de esta versión reside en la apuesta de Kaurismäki por adaptar el lenguaje de los diálogos a la modernidad, no sólo temporal sino también en sus significados conceptuales, que le dan a la narración toda la vigencia necesaria para convertir a esta película en una pieza fundamental para comprender las inquietudes artísticas de una generación.

Un detalle curioso y tal vez revelador sobre la relación que existe entre el proceso de producción de una obra y su resultado es que, según Kaurismäki, al comenzar el rodaje no tenía escrito el guión todavía. Entonces instaló una máquina de escribir en una habitación en el hotel Fenia, en Helsinki, que también le sirvió de locación para la película entera. Todos los días se encerraba ahí después de haber terminado el rodaje y comenzaba a escribir las escenas del día siguiente. “Las personas nunca sabían qué seguiría después, muchas veces ni siquiera yo lo sabía” (Von Bagh, 2006). Igualmente, el espectador no sabe nunca que esperar de la película; cada diálogo, cada escena, es una sorpresa.

La Trilogía Proletaria, que consiste en las películas Sombras en el Paraíso (1986), Ariel (1988) y La Chica de la Fábrica de Cerillos (1990), es parte de la obra más personal de Kaurismäki. “De hecho yo le llamaría La Trilogía de los Perdedores (apelativo que recibió luego, por parte de la crítica, su Trilogía de Finlandia), los perdedores están un peldaño debajo del proletariado, aquellos que no son lo suficientemente conscientes como para sentirse parte de alguna clase… entonces ‘Proletaria’ es la palabra equivocada, ‘Perdedores’ es más adecuada”.

Aunque es posible que este conjunto de películas presente la mirada más desoladora del autor hacia Helsinki, cada una de ellas mantiene una naturaleza cómica casi inexplicable. Los personajes sufren el rechazo social y laboral hasta casi sus últimas consecuencias, se humillan mutuamente, se utilizan y lastiman constantemente. Sin embargo la esperanza, la confianza y el amor se reestablecen cada vez que el otro siente que alguien comparte su desavenencia y así pasan sus días soñando con la posibilidad de ser más felices.

Leningrad Cowboys Go America (1989). En algún lugar de la tundra finlandesa los ‘Leningrad Cowboys’ ensayan sus melodías. Su manager, Vladimir, invita a un productor local para que los escuche, y éste les aconseja viajar a “América” porque “allá se tragan cualquier mierda”, como dice secamente. La banda llega a Nueva York, en donde les recomiendan ir a México, seguramente por su estilo balcánico, similar al de las bandas populares del país.

Mientras recorren la Costa Este de Estados Unidos y atraviesan la América Profunda, los miembros de la banda se va transformando y adaptan su género a cada circunstancia. En NY aprenden a tocar Rock ‘N Roll, luego tocan algo de folk, blues y rock pesado. En su odisea atraviesan Nueva Orleans, Memphis, Galveston y Houston hasta llegar a Tamaulipas.

Los escenarios de la película son siempre los sitios en los que coexisten los renegados, los inmigrantes, los parias y la sociedad más lastimada de EU:  la otra cara del “Sueño Americano”. Su llegada a México los transforma inmediatamente en estrellas.

Ésta es una de las películas más divertidas de Kaurismäki, en la que los personajes, al no hablar ni una sola palabra en inglés, utilizan la música como único instrumento para relacionarse y comunicarse con los otros. En resumen, es un filme rockero, con el espíritu de un amante de la música y sus géneros.

Contraté a un Asesino a Sueldo (1990), estelarizada por Jean-Pierre Léaud (Henri Boulanger), trata sobre un oficinista francés empleado en Londres que, tras ser súbitamente despedido, decide suicidarse. Cuando se da cuenta de que es demasiado cobarde para matarse, busca y contrata a un asesino a sueldo para que lo haga por él. El asesino (Keneth Colley), quien también está al borde de la muerte debido a que padece un cáncer que lo consume fatalmente, es una especie de samurai occidental, contundente y silencioso.

Mientras Henri espera su inminente muerte, conoce a una mujer de la que se enamora perdidamente y por quien recupera las ganas de vivir. Intenta cancelar el trato con el asesino, pero su contacto desaparece; entonces comienza su huida y su lucha por sobrevivir.

Éste es el único filme que Kaurismäki ha realizado enteramente en inglés. Cuando la crítica supo que estaría filmando en Inglaterra, algunos sospecharon que su carrera tomaría un curso distinto, sin embargo él mismo negó estos rumores en una entrevista realizada por Christian Meunier para el programa francés “Cinéma, Cinémas” en 1990: “Es la misma historia de siempre, sólo cambia la locación y la nacionalidad de los personajes, nada más, al menos eso espero… se titula I Hired a Contract Killer”.

 

Trilogía finlandesa contiene Nubes Pasajeras (1996), El Hombre sin Pasado (2002) y Luces en el Ocaso (2006). Esta serie abarca tres de los trabajos más elogiados de Kaurismäki. Además de la localización geográfica (Helsinki), el elemento que une temáticamente a esta trilogía es, sobre todo, la condición de sus personajes: historias de hombres y mujeres que parten desde situaciones convencionales y son alcanzados, repentinamente, por eventos violentos que dramatizan radicalmente su condición.

Ilona (Kati Outinen) y Lauri (Kari Väänänen) pierden su empleo después de haber pedido un crédito para mantener su departamento, por lo que ahora tienen que enfrentar el desempleo de la manera más dura: no son lo suficientemente jóvenes como para atraer a sus posibles empleadores, ni lo suficientemente viejos como para tener derecho a una pensión (Nubes pasajeras).

M (Markku Peltola), recién llegado a Helsinki, se detiene en un parque a descansar y se queda dormido. Mientras duerme, unos bandoleros, para robarle, lo golpean despiadadamente hasta casi dejarlo muerto. Aunque logra sobrevivir, cuando despierta no recuerda absolutamente nada de su pasado y tiene que andar sin identidad en un mundo que no comprende o acepta a alguien a quien no reconoce (El hombre sin pasado).

Koistenin (Janne Hyytiäinen) trabaja en una compañía de seguridad privada que vigila una tienda de joyas. Tiene el firme propósito de echar a andar un negocio pero le niegan todos los créditos que solicita para comenzar. De pronto conoce a Mirja, una mujer sofisticada y sensual que trabaja para un clan de mafiosos finlandeses. Ella le hace creer que está enamorada de él y lo utiliza para atracar la tienda que vigila (Luces en el ocaso).

La violencia física y moral de los “villanos” y la inclemencia del sistema económico y político someten a los personajes principales de estas tres películas, personajes que no tienen ninguna salida aparente más allá de la resignación. Kaurismäki retrata una Finlandia olvidada, anacrónica y profundamente nostálgica.

Es curioso que la mayoría de los críticos interpreten las películas de Kaurismäki como obras que están exentas de trama o que su riqueza se encuentra, sobre todo, en la búsqueda del significado de los espacios y la exploración de cada uno de sus personajes. No obstante, otros directores, incluyéndolo a él mismo, se interesan más por el poder dramático que refleja su obra.

Con esto no quiero decir que el “poder dramático” no contenga los elementos que la crítica describe; más bien me refiero a la clara diferencia de perspectiva que existe, muchas veces, entre los críticos y los realizadores. No obstante, la reflexión del espectador sobre los elementos significativos de una obra es igualmente válida si se expresa a partir de sus propias inquietudes, que si se obtiene por medio del comentario de un tercero. Una opinión inteligente es siempre legítima, no importa de dónde o de quién provenga.

 

 

 

Bibliografía

The Guardian Interview: Jim Jarmusch – part four. The Guardian. 1999.

Von Bagh, Peter (2006). Aki Kaurismaki. 1a. Edición. Editions Cahiers du Cinéma. Locarno.

 

 

 

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