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Hacia el final de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica[1], Walter Benjamin se despacha la siguiente frase: “Al esteticismo propugnado por el fascismo, el comunismo le contesta con la politización del arte”, pero ¿A qué se refiere con dicha politización del arte? A saber, en su texto examinará entre otros temas la noción de aura, la fotografía, el cine, los cambios que el surgimiento de nuevas técnicas de reproducción han ocasionado en la naturaleza y recepción de la obra de arte, reflexionando además sobre la utilidad política que tiene la obra según estas nuevas condiciones de producción[2].

En este sentido, creo que el punto principal va a consistir en una crítica que reviste características sintomáticas, por cuanto, señala que el fascismo no puede ser comprendido sin los sucesos generados por la época de la reproducción técnica. “El fascismo bajo las nuevas condiciones de producción organizará las masas, sin modificar el régimen de la propiedad privada. Intención que se materializa en el accionar de la guerra, ya que en ella se otorga una meta a los movimientos de masas y se echan andar los nuevos medios técnicos, sin alterar las condiciones de propiedad”. (Benjamin, 1982, 56). Este proceso por el cual la masa entra en la guerra, es moldeada por el gobernador artista y puede disfrutar al oír las balas como sinfonías y ver orquídeas de fuego en las victimas humanas, es la fotografía misma o pintura de una política estetizada. La expresión de una política estetizada, condicionará en adelante los debates sobre la relación entre estética y política.

Sin duda este es el diagnostico benjamineano que se desprende de la frase de la que partimos: la completa autonomía del arte sirve al fascismo. Las relaciones de producción condicionan el accionar de los individuos. El poeta, el político, el intelectual, el artista en general, debe decidir al servicio de quién poner su actividad: el proletariado o el fascismo. La situación social lo obliga.

Aquí cabe la actualización de la pregunta ¿Hoy en día al servicio de qué o de quién debiese poner el poeta su accionar? ¿Del mercado, de la prensa, de la gestión cultural, de sí mismo, de la crítica, de los beneficios que es posible recibir por parte del estado o del partido?

Sin embargo, aquello que para Benjamin, marca la hora fatal del arte, hoy puede ser leído como un chantaje. Pienso por ejemplo, en otro de sus textos donde analiza la relación entre tendencia y calidad en materia literaria. El ensayo se titula “El autor como productor”. En este ensayo creo que Benjamin responde de paso y de forma menos especulativa al asunto de La politización del arte, si bien, en el epílogo de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica anuncia su propuesta, no evidencia del todo, de qué se trata, puesto que es obvio que no se trata tan sólo de una critica al fascismo. Recordará el proceder de Platón con los poetas, que por el bien de la comunidad les prohíbe participar de su proyecto de Estado, lo que significa la expulsión de estos de la republica. Platón nos dice Benjamín, tenía un alto concepto del poderío de la poesía, pero la tuvo por dañina, por superflua. Desde entonces continúa diciendo, “no se ha planteado a menudo con la misma insistencia la cuestión del derecho a la existencia del poeta; pero hoy sí que se plantea. Sólo que raras veces en esa forma. Pero a ustedes todos les resulta más o menos habitual en cuanto cuestión acerca de la autonomía del poeta: acerca de su libertad para escribir lo que quiera. No son ustedes proclives a aprobar esa autonomía. Creen que la actual situación social le obliga a decidir a servicio de quién ha de poner su actividad. El escritor burgués recreativo no reconoce tal alternativa. Ustedes le prueban que trabaja, aun sin admitirlo, en interés de determinados intereses de clase. Un tipo progresista de escritor reconoce la alternativa. Su decisión ocurre sobre la base de la lucha de clases, al ponerse del lado del proletariado. Se ha acabado entonces su autonomía. Orienta su actividad según lo que sea útil para el proletariado en la lucha de clases”[3].

Diremos que en esta parte del texto sobre la autonomía del poeta sintetiza a grosso modo lo que significa para Benjamín, Politizar el arte. Esto no es tan sólo poner de manifiesto que las relaciones están condicionadas, por las relaciones de producción, ni el acercamiento que hace la critica materialista hacia la obra al preguntarse qué sucede con ella respecto a las relaciones de la productividad de la época, ambas cosas importantes, pero cubiertas de vaguedad y malentendidos nos dirá Benjamín quien señala que su acercamiento a la obra se basa a través de un cuestionamiento más modesto y menos difícil, que reside no en preguntar por las relaciones de proximidad o alejamiento que tiene una obra para con las condiciones de producción de la época, sino que en interrogar sobre cómo está la obra en ellas, apuntando inmediatamente a la función que tiene dentro de las condiciones literarias de producción de un tiempo, es decir, a la técnica literaria de las obras.

Como muestra de técnica literaria Benjamin, nos cuenta el caso del escritor ruso Sergei Tretiakow[4], que define un tipo de escritor operante que lucha, interviene activamente en su comunidad y no se conforma con jugar a ser espectador, como es la técnica del escritor informativo. El escritor operante da el ejemplo más tangible de la dependencia funcional en la que siempre y en todas las situaciones, están la tendencia política correcta y la técnica literaria progresiva. De cualquier modo, es el sometimiento de la autonomía del poeta y de los artistas intelectuales en general a un fin o sentido de la comunidad. En tanto que la salida que se ofrece como politización del arte, interroga dicha autonomía y tiene que ver con la reflexión que debe realizar el artista respecto no sólo de la utilidad política que puede tener la obra sino que del lugar que él mismo ocupa y decide ocupar en las condiciones de producción actuales en las que se encuentra.

Esto puede ser dicho de manera más clara: Platón por el bien de la comunidad expulsa a los poetas de la república. Benjamin, ofrece traerlos de vuelta, pero por el bien de la comunidad los obliga a elegir entre el proletariado o el fascismo, en cualquier circunstancia que se prefiera, la salida parece ser un encierro, y el costo es el mismo: la pérdida de la autonomía, esto es, la libertad de escribir lo que se quiera.

Bibliografía


[1] Benjamin, Walter. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. En Discursos interrumpidos I, 17-60. Madrid: Taurus Ediciones. 1982.

[2] En el texto La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Benjamin aborda el tema de la autenticidad de la obra a través del concepto de aura y hace visible su fracaso en manos de la aparición de nuevas técnicas de producción que vinieron a transformar la técnica de las artes operando como dijese al inicio del texto Valery, sobre la inventiva. En palabras del mismo Benjamin este ensayo, “procura entender determinadas formas artísticas especialmente el cine, desde el cambio de funciones a que el arte en general está sometido en los tirones de la evolución social”.

[3] Benjamin, Walter. El autor como productor. Traducción de Jesús Aguirre. Ed. Taurus. Madrid, 1995. Publicación Electrónica www.librodot.com

[4] La experiencia de Sergei Tretiakow, en 1928, en la época de la colectivización total de la agricultura, donde la consigna era «Escritores a los ko1joses», permite a Benjamin hacer visible la técnica del escritor operante. Los diversos trabajos acometidos por Tretiakow para la comunidad entre ellos la convocatoria de los meetings de masas; las colectas de dinero para los pagos de los tractores; la persuasión de campesinos para que entrasen en los koljoses; la inspección de las salas de lectura; la creación de los periódicos murales y la dirección del periódico del koljós; la introducción de la radio y de los cines ambulantes, permitirán a Tretiakow escribir posteriormente el libro Señores del campo, el que ejercerá una influencia considerable sobre la configuración ulterior de las economías colectivistas.

 

 

 

 

alexis donoso gonzález

Alexis Donoso González. Chile, 1980. Ha publicado parte de su escritura poética y ensayística en diversos espacios digitales y libros colectivos de editoriales independientes entre los que destacan: Revista Rilttaura, Bogotá, Colombia. Revista Letras Uruguay, Revista Interrupciones, Prometheus y Casquivana de Buenos Aires, Argentina. Revista Mapocho, fanzine Territorio Cultural, LetrasS5, Chile y La Caja Nocturna, España. En las antologías: Piso Diez, Mago Editores (2005) Chile. Anomalías cinco poetas chilenos, Editorial Zignos, Lima Perú (2007). Nunca Nunca,Micro Editorial Linguaquiltra, Chile (2008). Antología Histórica (1997-2010) Diez años de poesía en Balmaceda 1215 (2010). El año 2011 crea Editorial Desbordes, por la que imprimirá el trabajo colectivo de poemas Dêmos. Actualmente dirige Revista Fracturas y Editorial Desbordes, sello próximo a publicar su libro Rudezas Delirios & Ternuras.