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Playlist tiene algo de adictivo, al avanzar por sus páginas uno desea saltar rápidamente al próximo poema para cantar en su mente la próxima canción. Entregado al ritual colectivo del hit, el poeta abandona todo rasgo de grandilocuencia y se ubica en el lugar humilde y anónimo del fan. Este libro nos recuerda que todo fan, en el fondo, es además de un oyente un creador, o un novelista. Porque ¿quién no ha imaginado una vida mejor, al escuchar esa canción en el supermercado, el metro, el café? Lo raro de los hits es que son omnipresentes y misteriosos. Por un lado nos recuerdan la pesadilla del mercado: son mercancías que ayudan a vender más mercancías. Por otro, están ahí, en el aire y en todas partes para que hagamos con ellos lo que queramos. Material moldeable para la experiencia y el corazón. Este libro me hace pensar en la rareza de los hits.
Cecilia Pavon

NADA COMO TOCAR I JUST CALLED TO SAY I LOVE YOU

en el supermercado un sábado en la mañana,

yo y mi teclado, Stevie Wonder fluyendo por los pasillos

relucientes y atestados de esas mujeres que sostienen el país.

Esas que son mi chica de rojo también, algunas noches,

mis mineras, mi veta maldita.

 

A VECES, CUANDO VOY A MISA, ME SIENTO UN PEQUEÑO JUDÍO

que de ser llamado a leer la Biblia

no dudaría en sacarse lentamente los anteojos,

probar con un pequeño golpecito el micrófono

y cantar The Future de Leonard Cohen.

 

 

HOY, MIENTRAS HACÍA LA COLA POR UN HELADO,

una pendeja con audífonos me pidió al llegar mi turno

que la dejara comprar primero.

Tenía la altivez de la niña que se sabe cerca de la adolescencia

y que pronto tendrá la capacidad de herir.

Sí, le dije, ningún problema, y me puse nervioso

cuando se quedó mirando la portada del libro que cargaba:

Picnic sobre el hielo, de Andrei Kurkov.

 

PÓNGANME LEJOS DE MUJERES QUE BAILAN ENTRE ELLAS,

que no conocieron el bar Honolulu,

que pagan calculadamente la mitad, que prefieren rosas

antes que calcetines blancos con corazones rojos,

Titanic antes que Bitter Moon

y no gritan a todo lo que da los fa de Psycho Killers.

Pónganme lejos de las que discuten Yendo De La Cama Al Living

o no te hacen un bailecito gratis

si suena de fondo Eye In The Sky.

 

SI MILES DAVIES HUBIESE DICHO AL PÚBLICO DE MONTREUX

que subiría al escenario a tocar Time After Time de Cindy Lauper,

con el mismo señorío con que tocaba So What,

muchos le habrían dicho: mal, horror, no.

 

 

Y SI ALGÚN ERROR COMETIMOS

fue enamorarnos de los días grises,

de perros abandonados

que no podíamos adoptar

y gatos que no sé si nos cuidan

o vigilan.

Por supuesto comernos toda la comida

aunque no tengamos hambre,

apartar las aceitunas

o quedarnos varios días en casa

sin extrañar a nadie en lo más mínimo.

Y creer toda una semana

que Hiding Tonight de Alex Turner

es la mejor canción del mundo.