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Emma Villazon
emma villazonNace en Santa Cruz, Bolivia (1983). Estudió Derecho y Filología Hispánica en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Ha publicado Fábulas de una caída I Premio Nacional de Poesía Petrobrás ( 2007), “pies a favor”, mención en el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal (2011). Ha participado en las antologías Cambio Climático. Panorama de la joven poesía boliviana (2009), Lo más profundo… ¿la piel. Selección de escritoras bolivianas emergentes (2010). Actualmente cursa Magíster en Literatura Latinoamericana y Chilena en la Universidad de Santiago de Chile.

En la floresta del traspasado
Nadie nombra el torbellino pero tú lo oyes
más severo que una lluvia de trenes dirigiendo la vida hacia accidentes fijos,
ves cómo aúlla en el agua y vuela en el aire confinado de las casas de familia,
lo hueles hasta la locura cuando te impiden dudar si eres vampiro o viuda.
Sabes que trabajas contra un ventarrón milenario y creídamente natural
que intenta juntar todas las partes a favor de la trascendencia
y sostener el bote que llaman La Realidad.

Sientes a ese invento pesado y gris como una guillotina
sin autor sobre tu figura líquida anónima
astral
sin cabeza
ni centro o unidad (aunque con sombrero)
por lo que giras a lo veloz inmóvil
a un juego oculto
donde la Iglesia del Niño se desmorona ante tu sueño
plural de desalmado incoherente vacío de corazón
temperamento u opiniones al servicio del cliente,
ni siquiera de ti; eso sería el peor error.

Y así te vas, oscilante, enganchado entre las flores de la noche moderna…

Ahora sé que si viniera alguien a preguntarme qué dice el poema
no haría más que oírte clara y oscuramente:
¡¿El poema?! Dice que es el poema y que HABLA y re-
mueve.

Górica, o la clausura de un fantasma
Vino una lluvia de viajes,
paredes con escalofrío, círculos.
Él se hizo casi un árbol hablando
desde el fondo de un paisaje inerme.
Yo tuve que ayudarla a Ella a guardar un fantasma
en las alacenas, debajo del lavaplatos.
Entre las dos hicimos fuerza, empujamos al fantasma,
lo doblamos. Agachadas, vimos entre las rendijas de las puertas
su gordura blanca, grumosa. La tarea no merecía explicación.
Poseíamos un fantasma y había que archivarlo.
Cuando su mano huía, la metíamos de nuevo, y se nos deslizaba parte de su cadera,
por lo que teníamos que luchar contra su resistencia.
Por entonces, el casi árbol, sentado en la mesa,
era tallado por sus propios hijos como a un palito de madera.
Todavía había una luz que sostenía a las flores para que no se cayeran.
Ella decía que podía controlar al fantasma desde sus sueños;
yo tenía pesadillas: trataba de descifrar el lenguaje
en que me hablaba el fantasma: cómo movía su cara tan conocida, tan real.
(Supongo que a esto algunos llamarán «entrar en la experiencia»).

Borrando las imágenes que haces
dices que su escritorio
vuela desierto oscuro
y que no te animas a entrar en él
miras su interior : no te convences todavía
es un escritorio sin ella pero con los hilos
que tu soledad enjoyada dibuja necesitada de su sombra
hazla mejor clepsidra precipicio acuciante medusa
humo pasaje infinito de un dónde sin tierra
mejor haz de ella lo que fluye impiadosamente hazla mejor
di que tu mano es el tajo para la voz que tejes de la della
una que corre a un arriba dispersa y que nunca llega
grita mejor que nadie es casa o escritorio
pon su boca fuera del plato de la mesa
piérdela piérdela una dos tres mil veces
no pretendas atrapar a lo que más quieres
grita no hay ningún adonde más que el afuera:
el canto filudo de no estar en ningún ahí
más que a flor del agua

Seda
un nombre
andrajo en llamas
cómo rellenar
esa palabra vacía
si no es con relación a algo
o a alguien
también
con un nombre
aunque uno de seda
inenarrable indescriptible

quizás sacudir los nombres
sea desbaratar la Historia
como buscar una Ley
debajo de las tortugas
debajo de los titanes
debajo de las tortugas titanes
que nos contaron
sostenían el mundo

Coro de junio
Las paredes estrechando la nada no son enemigas
Los mosquitos zumbando razones insondables no son enemigos
La familia revoloteando nudos y sacrificios no es enemiga
Las cartas abriendo su boca de nieve no son enemigas
Las noches copulando con el aparatoso olvido no son enemigas
Los barrotes de soledad martillando
el cráneo floreciendo estrellas difíciles
que caen en la falda y que nunca oyes
no aniquilan son la clave de amor
de un canto arrodillado destinado a sangre a vida
(a la orilla donde se hunde la cabeza
en un ojo que llaman alegría)

 

 

Ce Mendizábal
foto céNació en Oruro, en 1956, es egresado de la Carrera de Literatura de la UMSA. Es autor de los poemarios Regreso del agua(1994), Inmersión de las ciudades (1998), En el cóncavo privilegio dela desmemoria (2004), Negro hilar (2008), así como de los libros de cuentos Con ojos de basilisco (2004) y Los sábados son demasiado largos (2008). Su novela Alguien más a cargo ganó el Premio Nacional de Novela Alfaguara-Bolivia en 1999. Ese mismo año recibió la Primera Medalla de Oro a la Creación Cultural Franz Tamayo. Textos y poemas suyos han aparecido en antologías, y en diversas revistas y publicaciones de México, Colombia, Chile, Centro América, España e Italia. En este último país se ha traducido En el cóncavo privilegio de la desmemoria, y se anuncia la traducción de su libro de cuentos Con ojos de basilisco.

Divide sus actividades creativas con la labor de editor de opinion del matutino La Prensa de La Paz, donde ademas colabora con el suplemento literario Fondo Negro

Carta 7
“Tengo delante mío un pájaro roto. Quiero decir, tengo delante mío un pequeño pájaro de cerámica roto. Es una pieza que no debe llegar a los diez centímetros; su color es una mezcla de guindo con marrón oscuro en la mayor parte del cuerpo, mientras que el pico y la cola son de un rojo púrpura.

Precisamente esta es la parte que está quebrada. Quizá al limpiar la pequeña mesa donde se encontraba, el pájaro cayó al suelo y perdió esta extremidad. Para ocultar el accidente, alguien, tal vez yo mismo, ha devuelto las dos piezas rotas a su lugar intentando que la más pequeña se una de nuevo al cuerpo por una especie de acto de magia. Como esto no ha ocurrido, al día siguiente he contemplado, por primera vez y en toda su extension, el pájaro roto.

No se trata, lo sospechas, de una pérdida penosa, aunque lo grave es que nos mueve a pensar en lo penoso que acecha tras cada pérdida. A pesar de que no he visto una pieza parecida en los sitios de artesanías por los que hemos pasado, no se trata de algo insustituible y ni siquiera tiene un valor afectivo. Pero no sólo me obligo a no tirarlo, sino que más bien lo pongo en el más personal de mis estantes, aquel que está junto a mi escritorio. Desde allí puedo verlo una y otra vez, desde allí puedo contemplar su fractura a cabalidad. Como ves, mis preocupaciones van por otra parte.

Se trata de una cerámica realizada de una sola pieza; de hecho, para hacerla debió bastar una pequeña porción de barro. Luego, fue suficiente moldearla en forma de gota de agua; es decir, con un cuerpo regordeto y redondo para, en el extremo de éste, labrar un poco con algún instrumento la cabeza y el pico. A su vez, en la parte posterior sólo debió necesitarse un pellizco con los dedos para que aparezca una breve cola, sin nada de extraordinario.

Este, el lugar más delgado del pájaro, es el sitio por donde ha sufrido la rotura.

Detengo mi vista allí y veo la sucesión desordenada de puntos por donde se ha dado la separación. ¿Es necesario un golpe o, más bien, qué clase de golpe se necesita para que algo que es una continuidad de sí mismo de pronto quede definitivamente separado? Pregunto porque aunque sé que cualquier pegamento podría, en la errónea teoría, devolver al pájaro a su situación original, en la realidad esto es del todo imposible: siempre quedaría la película del pegamento cubriendo los puntos de rotura y dando lugar, junto a su titánico esfuerzo unidor, a una muralla infranqueable. El pájaro de cerámica ha perdido una vez su continuidad y ésta ya no puede ser restituida.

Alguien me dirá que siempre queda la posibilidad de desmenuzar completamente la estatuilla; molerla hasta hacerla polvo, añadirle agua y proceder con el barro a formarla de nuevo. Por supuesto, me niego de plano a esta posibilidad que, entre todas, me parece la más pueril: incluso si me fuese posible hacerlo, el pájaro sería otro distinto, nunca sería el mismo.

Mientras reflexiono en torno a esto, camino por mi habitación. En un momento, al pasar cerca de mi cama, tropiezo con el borde y se me levanta un dolor violento que viene desde la punta misma del pie. Aquí, en este dolor ciego, tóxico y afilado está la respuesta a mis cavilaciones. Digamos, yo no he visto el pie de la cama; esa punta no existía para mí hasta hace unos pocos segundos. ¿Por qué de pronto, saliendo de la nada, me ha golpeado para causarme este dolor? Ese es el caso horrible: las cosas existen más allá de mis previsiones, de mis pobres, miopes y redundantes previsiones mentales. Con horror verifico que hay todo un universo que me supera abisalmente y que se me hace de tajo incontrolable; que en un instante cualquiera, y lejos de mi participación, una de sus partes anónimas puede experimentar un cambio fatal o perder en forma definitiva su unicidad. Esto es lo que me dice el dolor del pie, y que en este momento no puede ser sentido por nadie ni nada más.

No se trata de decir que me he tapiado en mis solipsismos: ojalá fuese algo tan sencillo. Se trata de ver que hasta hoy he sobrellevado la existencia de ese mundo exterior, a menudo ajeno a mí, pero con el cual siempre he logrado mantener un precario equilibrio. Eso ha sucedido hasta hoy, en que he contemplado el pájaro roto y he podido pensar en lo que supone este suceso misterioso. Si sigue siendo la misma materia, si en cada uno de sus átomos esa pieza cerámica es unívocamente la misma, ¿por qué se ha separado? ¿Por qué permanece desunida, fatalmente distante? Otra vez, ¿qué clase de violencia aterradora puede provocar esta separación, esta horrísona destrucción? Ante ella la muerte misma queda como un suceso disminuido; la muerte, no lo olvides, es la cesación de un ser, mientras que esta ruptura implica una separación de algo que goza ­­­—o sufre— ya de una forma de eternidad y que, por tanto, lo seguirá haciendo más allá de nuestra muerte. La muerte, esa cesación fácil o dura, secante u horrible, no puede compararse de ningún modo a este hecho que tiene tanto de pavor como de extraña belleza.

Esta es la razón, ahora lo sabes, ahora que ya no estás aquí, por la que guardo este pájaro roto en el más próximo de mis estantes: es el único sitio donde puedo contemplar, por lo que me queda de vida, su abolición y su afirmación: dos trozos tan cortados hoy como unidos lo fueron en un lejano, cada vez más distante pasado.

 

Carta 8
“Quiero hablarte de una piedra. Es, desde cierta perspectiva, sólo un trozo de piedra. Para mis fines, no interesa que sea mármol, granito o la más común de las piedras, aunque hay que reconocer que el hecho de ser blanca y fina le transmite un matiz de realce al que no sé oponerme. Como sea, sigue siendo una piedra.

Si se me planteara un recorrido veloz, aunque detallado, de todos los museos, salas de exposición, colecciones privadas, de todas las ruinas y las galerías de arte del planeta, con seguridad sé que no voy a hallar una pieza como la que voy a mencionarte. No sé por qué el museo más afamado de la ciudad más afamada la tenga en el mejor de sus vértices, el que une a las que deben ser sus dos alas principales, pero que de cualquier modo es eso: un vértice, un pasillo. Voy a pasar por alto también estos detalles.

La pieza, con sus más de 2.200 años, representa a una mujer; una mujer vestida a la usanza griega de la época, es decir, con una túnica de aspecto mojado que le cubre el cuerpo hasta los pies, mientras que de los brazos desnudos poco podemos saber porque han sido quebrados. De la espalda le brotan un par de alas que mantienen su sesgo pletórico, a pesar de que también lucen roturas. Otro golpe ha dado cuenta de la totalidad de la cabeza, dejándonos, por extraño que te parezca, no con el sabor acre de la decapitación, sino con el del misterio.

El nombre de la pieza —La victoria de Samotracia— alude a una celebración por un hecho bélico en la antigua Grecia. Para mis objetivos, esto es tan irrelevante como si se tratase o no de mármol, porque lo que aquí convoca no es la textura de la piedra o el acontecimiento que celebra. Lo que convoca son la cabeza y los brazos que han desaparecido, que han sido molidos por las centurias y son ahora parte del viento, de la arena que va de un lado a otro a lo largo y ancho de la Tierra.

¿Cuál sería la posición exacta de los brazos? ¿Estarían levantados en actitud jubilosa o, más bien, acompañarían el movimiento general del cuerpo, a los lados de éste? ¿Alguna de las manos indicaría un punto con el ademán de quien hiciese un llamado, una señal? Ya no tenemos modo de saberlo: lo que queda a la altura de los hombros no nos da la información suficiente. Es así cómo no es posible conocer su forma exacta: la belleza, la serenidad fría, el alborozo o la aspereza de la totalidad perdida.

Ningún detalle lleva a pensar que el escultor hubiese dotado a esta imagen femenina de la cabeza de un monstruo, de una Gorgona o alguna otra criatura terrible, y más bien todas las posibilidades —por lo que se ve de otras piezas de la época— hablan de una mujer hermosa. Contra eso, contra todas las probabilidades de unos rasgos equilibrados, yo voy a afirmar al monstruo. Pero no a uno de rasgos abyectos, sino a otro que carece de rostro por la sencilla razón de que no puede tenerlo, aunque en su presencia no se puede dejar de pensar en él y, por lo tanto, no se puede dejar de verlo.

Quizá, más que un defecto mismo, de lo que hablo es de una cierta cualidad de lo invisible, de lo inabordable: lo que no está pero está ahí. Eso querría decir que la piedra está viva, y no simplemente a la manera rasa y adusta de los símbolos o los gestos: digamos, su pierna derecha tiene la actitud de avanzar al frente, mientras la izquierda aguarda su turno levemente inclinada para seguirla de inmediato. Esa movilidad de las dos piernas es transmitida a todo el cuerpo que de pronto está lanzado, de golpe está listo para servirse también de sus dos alas desplegadas para volar. No sé decir en qué momento de esta realidad o irrealidad febriles está volando ya o preparándose para hacerlo. No conozco la densidad del material con la que está hecho pero, de súbito, en un tris de dedos todo es movimiento.

Este precioso movimiento, sin embargo, no constituye el meollo de la belleza a que refiero, aunque es obvio que contribuye a ella de manera inagotable. El rostro, la cabeza que no conocemos y que vemos sin ver, está más próximo a la naturaleza de la que te hablo. Su ilusión, su posibilidad infinita, permanece intocable, y yo no te puedo decir más de ella.

En su totalidad, el monstruo o la entidad que hasta aquí percibo es la Esperanza. Quieta, en realidad; dolorosa e inobjetablemente quieta, y al mismo tiempo llena de toda la fuerza y la añoranza y la austeridad y la ambición y la derrota de cada deseo, y que por ello mismo constituyen todo su logro. No sé cuál sea la constitución de esta pieza de árida y tensa materia pero sé algo de su inverosímil lealtad, de la potencia de su arrebato contra la quietud que le ha sido impuesta sin remedio, de su victoria imposible y por lo tanto palpable, visible en esos pies que van adelante, en esas majestuosas alas abiertas… ¿A dónde va la Esperanza, me dirás, a dónde con su instinto primigenio, ciego y extraviado? Eso es lo que ya no nos puede decir la cabeza invisible o los brazos, pero eso mismo, toda esta feliz debacle fijada en la esquina más visible del museo más grande de la Tierra, es lo que da la talla de la Esperanza. Nada más.

 

 

 

Pamela Romano
pamelaPoeta, crítica de arte y artista audiovisual. Licenciada en Literatura por la Universidad Mayor de San Andrés. Hizo una tesis sobre la expresión neobarroca en Bolivia desde distintos soportes como la literatura, el cine y la pintura contemporáneas de su país. Ha publicado el libro “Lengua Geográfica” (Plural, 2009) con el que obtuvo Mención de Honor en el Premio Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal”. Su obra poética está recogida en varias antologías latinoamericanas. Actualmente realiza estudios de cine y fotografía en Buenos Aires. Próximamente publica el libro de poemas “El silencio en la espuma blanca de cerveza”.

cielo (parte 1 en tres partes)

I
aclarece -es verdad-/ algo se sabe del sol:

y recuerdo que el sol es redondo según lo aprendimos
en esos primeros años de escuela en que se empezaba a reconocer
el perfil de las calles: sus nombres: sus veredas mugrientas
hasta dar con la arquitectura simplista de nuestra escuela / y claro

no lo es

imposible que sea redondo

 

II
aquí
hay algo de informidad o contrageometría / sino
cómo sería viable el secado de esas ropas con gancho
en las cuerdas flojas de los patios de este sector de la ciudad / aquí
donde se escucha -y eso ya advierte- una gota que cae
por su proximidad
o quizás apego amoroso al vacío /mínimamente

entonces aplaudir

aplaudir frente a esta proeza de lo mojado a lo seco
la forma de la no forma (extendida) que crepita y se festeja / y por eso mismo
a la primera oportunidad que se presente

leer en la tina:

extraviar toda compaginación numeración (hermoso caos

al alcance de las manos -realmente imperdible- sería necesario
practicar lo mojado que hace pasta blanca y mohosa
para reconocer lo que nos ampara y termina ahogándonos

y eso

que sólo quisimos hacer experimentos de navegación

en carabelas enclenques de papel o ejercicios de estilo / más allá

 

III
y en efecto: aclarece
aclaramos las preguntas o eso que da la ceguera: ¿por qué para qué
se reúnen estos humanos alrededor del espectáculo que trae lo que llaman
brisa?

acalorados / sudorosos
vestidos con poleras de manga corta

esas poleras donde se ha estampado
de manera optimista a ese sol de arriba
esta vez: (risible)
con cierta caballera ligera y larga amarilla en el aquí abajo / esos estampados
que ayudan tanto en las crisis más profundas
frente a ciertas páginas de Benjamin (pp. 67-70)
también una flor
un cuadro de Escher o Kandinsky —las más vendidas / y por eso mismo

o a la inversa

mira ese cielo

míralo
pero en serio

míralo:

la copia fabulosa y barata
de la eminencia de lo que sujetamos tapándonos los ojos: a tientas
después de una larga noche de alboroto en que desbordaron todos los ríos
esa noche (la de ayer) cuando se inauguró una exposición pictórica
y hubo -antiquísima práctica
(quizás lo más apropiado para ese museo y evento)
vastas cantidades de vino

es honroso emborracharse emborracharse hasta el hartazgo
saber que la planta es por fin en nosotros -su gran triunfo- llegar

de la trasnoche
atareados por la demolición de toda raíz (sugeriste
que empiece por mi escuela) y aquí
o ahí -sabes muy bien lo que ha sido llegar hasta aquí

el cielo
cantidad de bolsas negras
no aparecen en vano las cosas: sólo desaparecen
-si place
reciclarlas:

bolsas negras que se irán amontonando

con lo vislumbrado cerrado por un ojo

 

di mis buenos deseos
desesperadamente di mis buenos deseos: que todo vaya bien cuídate
a la par que una pareja de árabes
salía de las oficinas de migración
con papeles y sellos a cuestas sin entender nada
es decir

irse es un encuentro -lo que no se sabe
sabiendo que has llegado absolutamente tarde
no importa en qué idioma sea dicho: algo que foi
por que é que não é? / ser é não ser? por ejemplo -ya no
“ser o no ser”: to pee IS not to pee / o sea irse de cualquier manera

sin mucho combustible con esta lentitud
mientras te pedía que me esperes en la fila
los autos de una avenida que seguían pasando las bocas
que se ensuciaban en los mismos comedores lo mismo
porque hace un año era lo mismo
excepto que no leíamos a Pessoa con profundidad
no conocíamos la hora absurda detallada ni tampoco
esos días en que ambos nos regalarnos a nosotros mismos
libros que se leen a solas
por lo demás
mi pelo a estas alturas ha crecido

y recuerdo con tristeza lo que tengo delante de los ojos
nada
es tan irreal como habitar un espacio
justamente

el vazío como alguna vez ya comenté

o vazío: diría yo

desde ese brasil lejano

desde donde recogimos una foto y mirarme para decirme fue
el mundo que se concentra ahí /esa imagen del todo (aleph: diríamos)
el mundo que sabemos que no (tokonoma: mejor) ¿dónde?
sería necesario (e insulso) pero ¿dónde?
NO

no importa
el lugar
es la mejor manifestación de nuestra fe
distancia no simplemente lecturas

 

la madre el padre los hermanos
desde entonces se escriben conocen

 

la guerra y el placer

 

tragan al enemigo en cuanto se miran en un vaso

 

y las cosas que recogen las cosas que arrojan son sus pieles

relevante eso que no dicen (que nunca dicen)
el secreto
de estirar el brazo y hacer una mueca -vaya uno a saber cómo
y aparecer

 

preparativos para la fiesta de fin de año
(primera parte)

…nuestra locuacidad es prenatal.
Raza de charlatanes, de espermatozoides verbosos…
E. M. Cioran

en esa acrobacia de hablar reconocemos:
la genética la llevamos en el nombre-
allí cuando decimos confiados mucho gusto
me llamo tal cosa por ejemplo en la calle (que de hecho es callejón) / sí

es todo un evento además firmar en esa nota pública inscribirse
en el registro de los grandes libros / déjà vu del amanuense pre-moderno
que escribe por y para otro con su caligrafía(en esta línea dirá alguien
que lo que importa es la lectura: cuestionable) / aun así
sobra ya puntualizar mi nacionalidad a estas alturas
y por eso toma esa tinta y has algo con mis marcas digitales
estas manos
dirígelas como gran viaje —safari en todo caso— al papel en blanco

resultado:
la mañana se aproxima
nada más espantoso (digo excitada / ¡oh!)

y aun así hacer de estas manos masas pulcras necesariamente
: rosearlas

con insecticida para que dejen el olor de uno en lo uno
sabiendo que desde remotos tiempos son cinco los dedos ¾si no me crees
cuéntalos / y sin embargo no me pusieron este clarín en la boca
para hacer cuentas y decir te amo (Guthmann)
contar los amores bastardos: hay que señalarlos someterlos
en la necedad agresiva del cuerpo que se toca así mismo:

la más fabulosa violación (sobre uno mismo)

encarnada en eso escrito y -en imagen significativamente cliché
apareciendo arrugada hecha un bollo en el basurero al lado de este escritorio
donde ni siquiera se ha acertado en el blanco: es lo esparcido allí en el piso
el desecho y los escombros
nunca se sabe de qué casa y pese a todo reconozco que apellido Romano

aunque recogiéndolo con pala-

 

“parece carnavales”
en este momento
cuál es la danza
componiéndonos

o sólo el presidente de la república hace de las suyas/ baila
con guirnaldas
los escalpelos de lo que fue (o es) el estado y
más o menos
una trompeta se escucha a la redonda reparte sus notas
al mar que fluye ruinoso hacia la plaza principal:
el momento

del regocijo

o un lenguaje tradicional: perder y acercarse a fondo

las señales recibidas de acabarse decirte
veámonos la próxima semana y juntos a coro repetir
“parece carnaval”

-vivíamos una fiesta (fue la pregunta) insuficiente
corroborando este escombro de bautizarnos tú y yo en el domingo de tentación
o en el sorteo de los globos con agua porque parece carnavales y aun así
cierta coreografía mantiene estos cuerpos hipnotizados por el frío

si es que estamos completamente mojados
préstame algo de ropa y no digas ni pizca/
los brindis

también hacen de las suyas y si todavía bailo
era precisamente para esperar este beso descarriado en el cuello contarte
que en un par de minutos traslado mi cuerpo hacia otra fiesta y prometo
secos mis huesos- hacer el esfuerzo de recordar tus cejas (asumiendo
que tengas cejas
porque cuando parece carnavales
nada de la visión es cierto)

 

las tías excéntricas del tenebrismo (siglo XVII)
a la situación siguiente acompaña una canción larga y melancólica
que en algún lugar de su melodía sugiere el contagio del tiempo y remite al peligro
dulce que supone la muerte:

todos están infectados

haciendo palmas

las tías

miran la comida -cuerpos generosos tiernos animales- en charolas plateadas relucientes entrar
abren los ojos las tías distienden sus vestidos han resuelto acabar con todo
en su deglución próxima y desvanecerse en los éxtasis del ágape ininterrumpido desde la víspera (los días de julio son demasiado largos y por eso albricias)

hasta aquí ha sido posible resumir los hechos
ahora un par de apreciaciones:

los comensales a raudales por las puertas un bienestar ya agrio soberano cuando se pintan las bocas con coloretes imposibles y el zumbido de un insecto volando
intuyendo algo de esta desmesura esperando
aterrizar en el primer cuerpo que caiga se quede dormido tieso

hay que hacerse al desentendido aplaudir
no prestar atención a los baños ocupados en el incesto hace horas
ni a los objetos brillantes las pelucas a la luz de estas velas en que el sobrino brilla
desde una esquina mustia el sobrino aprende de sus mayores
se cultiva en el deseo de las carnes firmes las carnes flácidas las carnes cristianas
yendo de aquí para allá se instruye en reír con la boca abierta
llena de uvas negras masticadas donde entiende la grandeza de lo humano

mientras tanto

alguien se detiene
piensa en el canibalismo y la hostia ¾más tarde se pone a bailar

y todo continúa: no es tarde
es posible saltar adaptarse el sobrino
dice es posible ciertamente es posible vaciar el vaso perpendicular a la mesa
y rítmicamente asistir a las tías
girar dentro de ellas conversar con ellas desaparecer con ellas acostumbradas
a recurrir a los hombres más jóvenes de esta sala esmerilada donde el mundo es el centro y no al revés y dios está (la familia se hace)

hay (quedan) prodigios:
1. el vacío
2. el silencio
3. las naturalezas muertas que viven mueren
viven mueren viven y así sucesivamente
4. la música que nadie recuerda

 

 

Homero Carvalho
Homero CarvalhoBoliviano, escritor y poeta, ha obtenido varios premios de cuento a nivel nacional e internacional, dos veces el Premio Nacional de Novela y ha publicado tres libros de cuentos, seis novelas y dos de poesía. Su obra literaria se ha convertido en un referente de la literatura nacional y ha sido traducido a otros idiomas, además de figurar en más de dos docenas de antologías literarias. Es autor también de guiones cinematográficos, documentales, ensayos literarios y de antologías de poemas y cuentos.

Poemas del libro inédito “Los caminos y otros mundos”

La Rosa de los vientos
Eres libre
ve por los caminos
el mundo es tuyo
y la vida te ha sido dada
para que los recorras
llevando en la mano
la Rosa de los vientos
navegando por mares, océanos y ríos
caminando por montañas, valles y llanuras
el rumbo lo fijará tu propio horizonte.
Y cuando creas que has recorrido todos los caminos
verás que siempre aparecerá uno nuevo.
El lenguaje de los caminos
Los caminos poseen sus lenguajes,
los vas aprendiendo paso a paso,
y, un día, descubres que el camino
te va confiando sus inmemoriales secretos
con los que tu cuerpo va aprendiendo
a caminar hacia tu alma.

Un mundo
Existe un mundo detrás de los ojos
un mundo detrás de los pensamientos
un mundo que ordena nuestros recuerdos
y nos hace evocar la nostalgia
de los días de arena
de juguetes por estrenar
de abrazos como alas
de las sonrisas de nuestros padres

Un mundo más allá de nuestras lágrimas
que convoca la melancolía de las horas fugaces
la tonada que olvidamos en la calle de la juventud
la pasión que dejamos en las camas
y los discursos perdidos en los bares

Un mundo que nos hizo suyos
revelándose en el amor de una muchacha
que nos eligió para renacernos en su corazón
una muchacha sobre cuya órbita aún giramos

Un mundo que se fue creando
tras los pasos de nuestros hijos
y los sueños e infortunios de la familia

Ese es el mundo con el que miro los días
y al que vuelvo en cada ocaso.

Amigos
De los amigos
que perdimos en el camino
solamente hay que recordar
las buenas historias
las malas se cuentan solas.
Preguntas
¿Qué se camina cuando se camina? ¿Se camina el sendero o lo que imaginamos de el? ¿No será el camino que desanda por nuestros pasos? ¿El azar también se llama camino? ¿Nos llevaremos los caminos cuando partamos al mundo otro? ¿Sería el camino el rayo que habitaba al poeta Miguel Hernández? ¿Será cierto que en el camino la conversación resucita a los muertos?

Mundos
Paul Éluard
cuyas palabras poseían alas
afirmaba que hay muchos mundos
y que todos están en este mundo.

Los mundos nos fueron dados
para que cada quien encuentre los suyos.

Alguien ve pasar a una muchacha
y nace un nuevo mundo.

En mis mundos
hay soles que iluminan las palabras
uno de ellos es Antonio Machado,
el poeta de los caminos.

El café y los ausentes
Para María Esther Antelo e Isabel Velasco
que conocen del ritual de las palabras

Alrededor de una taza de café
humeante y fraterno como las antiguas fogatas
discurre la tarde
la tarde que se repite eterna
mientras apalabramos los caminos
y sentimos que amistad es una palabra compartida.

Las multitudinarias palabras
van y vienen, asombran y aclaran,
y bautizadas con ellas se siente
la presencia de los ausentes
los que se fueron participan del diálogo
acudiendo solícitos a nuestra memoria
trayéndonos las imágenes olvidadas.

Alguien llega a la mesa
y pide otro café negro
sin saber que, junto con él,
vienen sus muertos queridos
y aporta con las palabras que faltaban
para hacer de la reunión
un acontecimiento que, un día después,
olvidaremos para empezar de nuevo
el antiguo ritual del fuego
y las palabras alumbradas.

Poesía
La poesía de los caminos
no la encuentras en los libros
los poetas la escriben en la arena
para que el viento esparza los versos
por todos los senderos.

Caminos y sombras
Los caminos son como nuestras sombras, necesitamos de luz para proyectarlos.

Poética
El poema sobre ti,
se fue escrito en tu cuerpo.

La última vez que lo vi
fue cuando la puerta se abrió al camino
y tus nalgas se llevaron mi poema.

 

 

 

Adriana Lanza
adrianalanzaNace en La Paz un 2 de Noviembre de 1978 en La Paz. Poeta como pocas, de mirada hechicera, escudriña el universo de las palabras y se pregunta por la alquimia de las mismas, cada vez que empieza un poema, al igual que un conjuro de historias íntimas. Ha publicado el libro Alumbramiento (2005), Libro de Armar (2009) y pronto prepara una última entrega con Tiempo de sirenas.

Antes de la pluma
Antes de la pluma quiero decir esto directamente. A la manera de mi género, con el duelo de mi condición, a la luz de mi insatisfacción. Cojo las frases, las recojo desde un maletín de alto vuelo. A pedido de todas las que somos y siempre seremos y nos desdoblaremos en un lenguaje cotidiano de queja, de infracción trascendental. Pensar que quise ser oblicua, pasar desapercibida, no molestar, susurrar en tus desequilibrios para jugar. La puerta había sido realmente impasable, volver Alicia, volver. Recuperar el cuerpo, tatuarlo, tajearlo en neobarroco, neón. Desempeñarlo, librarme de la idea del desdoblamiento, si en mi isla no hay camellos. Alejandra de nuevo, como en todas nosotras, las posmo, las delis, las que quisiéramos pertenecer a una tribu urbana si no fuéramos tan viejas. Pintarse los ojos y que los gestos griten su discordia son el ambiente, acurrucarse en una esquina con la cara enmarañada de mechones fuxias y azules, para que nadie te mire y te incite a escribir. Al final, se supone, las cosas dichas de este modo son las que más impactan a los que están por venir.

De Libro de Armar (2009)

La saga
Si tú así lo deseas puedo ser tu hechicera
estar cuando me busques
desaparecer cuando ya no me quieras.
Puedo trocar este cuerpo
hacerlo más largo, angosto, más ligero
y ponerme un vestido violeta.

Soplar el humo que me rodea
ungirme en lavanda o jazmín
si me prefieres más sensual pachoulí.

Si mis manos te molestan
fabricaré guantes de seda.

Cambiaré estas rotas sandalias
por zapatos abiertos de tacos negros
para que goces el cuidado de los dedos.

Reposaré los pies en agua tibiamente salada
un masaje de menta
convertirá lo tosco en marea
y las uñas en caramelo.

Pero supongo que no eres tan tonto
para creer todo esto.
ni por tu amor domado
movería yo un pelo.

De Primer alumbramiento (2005)

Lengua
Se desnudan las intimidades, ensanchan los miembros y eriza la piel cuando la lengua sube del cuello al pabellón. Un idioma extraño se hunde por la espiral del cuerpo.

De Tiempo de sirenas (inédito)

Apertura
Los dioses abren agujeros negros y gajos en los cerros.
Conectan con el tacto a la humanidad,
click para abandonar el cuerpo.
La entrada al portal resulta siniestra,
te encuentras en facebook con la cara de un amigo muerto.
De modo que prefieres acogerlo bajo tus propias leyes,
fuera de la pantalla,
como el amarillar de una retama en tu cuerpo.

De Tiempo de sirenas (inédito)

Poeta
La poeta es una puerta
cotidiana, prensada, liviana.

Camina entre restos universales
y principios de asfalto,
con ojos desencantados
y quien sabe, fascinados.

Hoy la poeta ama a un hombre,
tiene hijos,
se corta las uñas,
es fantasma,
vende su libro,
miente.
Luego se abre.

De Tiempo de sirenas (inédito)

 

 

 

Humberto Quino
QUINO 22Nació en La Paz, Bolivia, el 6 de Junio de 1950. Publicó: Escritura fallida (Lima, 1976); Delirio de un fauno en la avenida Buenos Aires a las 12 & 45 (Lima, 1978); Balada para mi coronel Claribel y otros huevos (La Paz, 1979); Manual de esclavos (La Paz, 1980); Mudanza de oficio (La Paz, 1983); Fosa común (Antología de la nueva poesía boliviana, La Paz,1985); Tratado sobre la superstición de los mortales (La Paz, 1987); Crítica de la pasión pura (La Paz, 1993); Diccionario herético ( La Paz, 1993) y Álbum de la nueva poesía chilena (La Paz, 1994).
Director de Humus literario; Papel higiénico; Dador; El sueño de la razón; Tiro al aire; La torre de los locos. Fundador de Camarada Mauser. Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas. Colabora en diversas publicaciones de Latinoamérica y Europa.

 

De Parodias / Invenciones y otras blasfemias, 2011 (inédito, en preparación para Plural Editores, Bolivia)

Yo no nací para poeta
Yo nací para la desobediencia.
Leónidas Lamborghini

Alguna vez quisimos
Asaltar el cielo
Y hallamos el cráneo de dios vacío.
Francisco Ide

 

OPERA PARCA
Pedazo de carne que el orbe sopla
Ardiente hebra que hembra inflama
¿Quién descompuso tu mísera vida?
Ya bien podrás hacer de tu destierro una hazaña
De tus terrosas osamentas una esperanza.
Que inmortal es tu giba
Sin descanso engendrada
A ingrato suelo condenada.

BALADA CON ARCO IRIS
Es la luz que engarza
Cieno y hecatombes
Sabemos que todo es mudable
(Y nuestra andadura no es inmortal)
Como este confundido cantar
Sembrando auroras siniestras
Donde belleza y alcohol
Realizan sus esponsales.

HASTA ACABAR LA JORNADA
Gozar como un gorrión
Un organillo que aullidos lanza
Mueca fofa
De la garra que acaricia
Caminante póstumo
De una boda con la muerte.
ALLÍ DONDE ANIDA LA MANO QUE ESCRIBE
Ser un carozo
En esta atávica aventura.
La escritura es tacto y errata
Himno de espuma
Inscripciones y tatuajes
De gusano insomne.

FRAGMENTO PÓSTUMO
Este saber
Que el mundo muere
Tranquiliza mi fiebre
Mis ganas de subir al cielo
Desnudo y con calcetines
Con una adarga de dios padre
Resplandor de perdidas batallas
Corazón esquirol.

CUADERNO DE AMANTE
Sólo diré tu nombre
A un perol de antiguo cobre.
Algo llora en este hombre borroso
Mezcla de Maldoror y Sancho
Colgado en el crepúsculo
Cual desorbitada perdiz
Irredento macho cabrío.

FÁBULA DEL SOLITARIO
Tendido en la bañera
Delirando con odaliscas
Pensando que dentro suyo
Habita un Edén.

Apóstata atribulado
Por enigmas y estigmas.
Señal viviente
De un vellón desgajado
De toda bienaventuranza.

 

VISIONES DE W.S. MERWIN 
I
Cuando el cuerno suena en los roquedales
Mi sombra vuelve a esconderse.
Vacío de mí
Moribundo irremplazable
Juglar del caos.
Fiel guardián de la montaña
Muero sin pausa
Con el rabo arrugado.

II
Qué puedes escribir
Sobre la puerta de la memoria
Hijo de la ceguera.
Intentas leer los pétalos de un reino invisible
Con el corazón lleno de hollín
Para enseñarles a los muertos
El silencio, al caer de la noche.

III
Nuestras horas caen lentamente
Nuestros antepasados respiran en él.
Colgaron sus cuerpos en el viejo armario
Para que nadie diga sus nombres
Y el polvo siga cayendo en sus cabezas.

Vamos a morir entre los altos pinos
Antes de que oscurezca.

ROMANCE DE UN SESO LAICO
Males sin remedio son los míos.
Más / para qué el lamento.
Si tu pasión es un despojo
Mitigar puedes tu fiereza.
Y si el mal crece
Sabe que de un mal nacido
Decenas nacen y mueren.

CANCIONCILLA PARA UN ANCIANO
Las hijas del maligno pronuncian tu nombre
Cebado de tinta y aborrecido
Lengua de almizcle
Poro abierto al desvarío.
El poema / Gajo busca un hueco en la noche
Y cuenta las querellas del vencido.
Descarriado barro
Por el vivir herido.

 

 

 

Jessica Freudenthal
jessica001Jessica Freudenthal es boliviana. Nació en Madrid el 6 de junio de 1978.
En poesía ha publicado hardware (Plural, 2004, Mención de Honor Premio Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal”), Hardware segunda edición corregida y aumentada (Plural, 2009), el mismo título se publicó en México en Santa Muerte Cartonera y Poemas Ocultos (Yerba Mala Cartonera, 2006).
En ensayo y trabajos de recopilación Julio de la Vega: Obra Poética (Gente Común/UMSA, 2008), Cambio Climático: panorama de la joven poesía boliviana (Ediciones Patiño, junto a B. Chávez y J.C.R. Quiroga, 2009), ha publicado artículos y traducciones en revistas impresas y digitales.
Dirigió el único número de la revista el mostro (armatestum literario). Colabora con diversas revistas literarias. Parte de su obra puede encontrarse en antologías de Bolivia, Chile, México, Perú, Estados Unidos, España, y Alemania. Coordinó el proyecto “Sensibilización poética para niños y niñas de Bolivia” con el grupo Chuymampi Ser de Corazón.
Coordina el taller de poesía muy académico muy marginal.

Nosotros
es la palabra

la más ambigua

la más llena
la vacía
Nosotros significa
nada preciso
instante

recuerdo

lo que no será más
lo que pudo haber sido

Nosotros
término
terminó

y volvió a empezar
sortoson
como el estruendomudo
y la tachadura
de un Vallejo tartamudo
nada más
Nosotros

son
otros

permanece
suspendida
la palabra
dicha

por ahora

Nosotros creemos
en la realidad extralingüística
de lo que no se dice
de lo que nos está prohibido decir

de lo que se silencia

Nosotros creemos
en la desestructuración de los códigos
en los discursos contrarios
en los nuevos significados
en la invalidación del discurso

Nosotros
creemos en reírnos de nosotros mismos
en saludarnos y hablar del clima

grado cero

en la literatura de acompañamiento
y en el lenguaje políticamente correcto

para decir

afro-boliviano en lugar de negro
indígena en vez de indio
persona de capacidades especiales en vez de ciego, paralítico o retrasado mental
homosexual en lugar de marica o puto
lesbiana en vez de camionera o tortillera
persona con sobrepeso en lugar de gorda….

creemos en reírnos de nosotros mismos

afroamericano negro
mujer con sobrepeso gorda
homosexual maricón
indígena indio
persona de capacidades diferentes retrasado mental

todos

nosotros

creemos en la voz de la cita

¿creemos?

¿Quiénes somos “todos nosotros”?

¿Quiénes somos nosotros?

 

¿yo, tú, él?

¿ella, tú y yo?

¿ellos y yo?

¿yo y ellos?

¿ellas, ellos y yo?

¿tú, yo, ellos y ellas?

¿ustedes y yo?

¿tú y yo?

BOLIVIA
ALIVIO
VIOLA
LABIO
VIO
OLA
LOBA
VIL
IBA
VA
VILO
ALBO
LIBA
LIO
BOA
LAVO
LABIA

cuando no hay nada que decir
el lenguaje re revela

se rebela

Doscientos años libres

 

todos los payasos salen a marchar en el desfile de fraternidades de este carnaval

 

 

morir antes
morir antes
morir antes
que
esclavos vivir

vivir esclavos
que
antes morir

 

 

 

Diana Taborga M.
diana-taborgaNace en La Paz- Bolivia, un 26 de Febrero de 1980, es pedagoga. Cada poema suyo es un viaje que husmea las islas de la memoria, reconociendo sus cambios y momentos. En busca de una reconciliación con el tiempo y con sus deseos, Diana persigue el misterio de su identidad en cada verso. Tiene hasta el momento una sola publicación, Dhyana (2010)

Para Manu

Un canto que atraviesa montañas
retorna al origen.
Caricia que sumerge su mano
en la distante creación de las formas.
La memoria renace,
la memoria se hace,
se pinta de flores,
cambia de tamaño y de lugares…
Se transforma.

 

Locura indomable de los tiempos sin tiempos,
de la cabellera al viento de una doncella de tres ojos
que se perdió en un bosque…
que se comió todas las cerezas,
que resbaló y cayó en un río innombrable
y olvidó una cesta repleta de miedos.

 

Territorio marcado por grandes
masas de esqueletos y martillos.
Labradores ocultando sus mandíbulas.
Poder mimetizado por los escombros,
avanza dando golpes en el oído.

 

He venerado tus pasos
de arlequín intrépido
de mofa histriónica
De burla gigante
que arruga honores en su andar
Sombra venenosa, esponja llorona
Voy a dedicar mis horas a vaciarme de ti.

Estos poemas corresponden al libro Dhyana (2010)

Fotografía: Laura Paniaga. Cochabamba, Bolivia.

La selección de autores y  textos fue realizada por la revista Litterae

pablo paz
Pablo Paz nació en Lowell, Massachusetts en 1992. El más joven de tres hermanos, asistió a la escuela católica local y recibió una beca para estudiar en la Universidad de Columbia, donde conoció a varios amigos que después alcanzarían la fama. En el segundo año de universidad abandonó todo para dedicarse a viajar y a escribir. En estos momentos reside en Santiago de Chile.