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Mirar a través de la jaqueca

La destrucción del mundo interior (Overol, 2015) de Juan Santander Leal, reúne los tres primeros libros del poeta: Allí estás (2009), Cuarzo (2012) y Agujas (2015).

Cada uno de estos poemarios, individualmente y en su conjunto, me recuerdan la teoría estética que René Magritte hizo respecto a la relación entre la palabra y la imagen. Decía el pintor que un objeto hace suponer que detrás de él hay otros. Decía, además, que su pintura consiste en imágenes visibles que no ocultan nada, sino que evocan el misterio, el que a su vez, tampoco quiere decir nada pues es incognoscible.

La poesía de Juan Santander me ha llamado profundamente la atención porque, entre otras cosas, se presenta como una escritura pulcra, refinada en su aparente simpleza y digo aparente en el sentido de lo planteado por Magritte. O sea, en Santander se percibe una conciencia en la composición que da cuenta de un trabajo arduo de entender el lenguaje como generador de imágenes, de sensaciones, de estados de ánimo, pero por sobre todo imágenes que tienden a alejarse de lo lírico para entrar de lleno, y sin culpa, en lo prosaico.

De ese modo, aparecen muchos objetos, sus bordes, mesas y restos del trabajo de composición. Por eso es que me parece que en Santander el oficio de poeta se acerca al de un muchacho realizando manualidades cuya atención se centra en los residuos de ese trabajo. Hay, así, un rescate de la minucia, de lo trivial, como manifestación de un estado de la reflexión sobre lo que significa lo poético.

Uno de los primeros adjetivos que se me vinieron a la mente luego de una primera lectura de este libro fue “transparente”. Luego pensé que era “transparentemente engañoso” y después que más bien es una poesía de la opacidad o, volviendo a Magritte, es una poesía que se nos presenta como una transparencia que luego se descubre opaca. Y eso nos invita a limpiar el vidrio para descubrir que hay otra cosa tras la ventana.

En la poesía de Juan Santander la humanización de las cosas y del paisaje es una manera de capturar a los responsables de que nos sintamos como nos sentimos. La poesía es un ejercicio de la neurosis. Leer o escribir un poema es sacarle brillo a una manzana para combatir la jaqueca.