
Aunque era un agente bien entrenado, perdió estabilidad en la carrera cuando un balazo le cortó el flanco derecho del cuello; atinó a cubrirse la herida y contraer los hombros antes de que su cuerpo atraviese ya sin cálculo la ventana de cristal, trazando en la caída una estela que tajó la noche como un relámpago de vidrios, hasta que su cara dio de lleno contra el pavimento.
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